Un Dios que cambia el método, no su fidelidad

Josué 5:11–12
Y comieron del fruto de la tierra el día después de la Pascua: pan sin levadura y grano tostado, ese mismo día. Al día siguiente de haber comido el fruto de la tierra, cesó el maná; y los hijos de Israel ya no tuvieron maná, sino que comieron del alimento de la tierra de Canaán ese año.

Durante cuarenta años, el pueblo de Israel vivió de milagros diarios: cada mañana encontraban maná en la tierra, un recordatorio de que Dios era su proveedor en medio del desierto. No necesitaban plantar ni cosechar, solo recolectar lo que Dios les daba. Pero cuando entraron en la Tierra Prometida, ese milagro cesó. El maná desapareció, y en su lugar llegó una nueva forma de provisión: el fruto de la tierra de Canaán.

A primera vista, el fin del maná podría parecer una pérdida, pero en realidad, fue el cumplimiento de la promesa. El maná fue una provisión temporal en el desierto; la tierra fue la herencia estable y abundante. Lo que aprendemos es que Dios siempre provee, aunque a veces cambia la forma en que lo hace. No se limita a un solo método: a veces obra mediante milagros visibles, y otras veces nos bendice con un trabajo, un regalo, un negocio o una puerta abierta.

Este cambio también nos habla de crecimiento espiritual. En el desierto, Israel vivía como niños, dependiendo de la comida preparada a diario. En Canaán, Dios los llamó a madurar: a sembrar, a trabajar y a disfrutar de lo que Él proveía. La fe de un niño espera que todo caiga del cielo; la fe madura agradece lo que recibe y lo gestiona con responsabilidad.

Para nosotros, la lección es clara: no debemos aferrarnos al maná de ayer. Si Dios cierra una etapa, no significa que nos haya abandonado; significa que nos está guiando hacia una nueva época de bendición. Quizás hoy te lamentas por algo que terminó —un trabajo, una relación, una fuente de ayuda— pero en realidad, Dios quiere mostrarte otra forma de provisión, más sólida y permanente.

Confía en que el mismo Dios que te sostuvo en el desierto es quien te prosperará en tu tierra prometida. El método cambia, pero la fidelidad de Dios nunca cambia.